A
nuestros apreciados lectores, amantes de la música, coleccionistas, investigadores, melómanos y público del mundo en general, queremos compartirles nuestra NO CONFORMIDAD,
cuando de una canción se trata, si la
referencia no es completa, intérprete y
autor; ya que lástima a una de las partes y en especial, pierde valor
estructural la integralidad de una canción en particular; lo que suele ocurrir con inusitada frecuencia. Damos gran peso al interprete, lo que de suyo no es malo, lo inadecuado en nuestro sentir se presenta, cuando obviamos al creador de la criatura, que en muchos casos muestra sus propias vivencias, o con sus narrativas nos permite apropiarnos y sentir como nuestras sus lecturas; nos referimos a su compositor.
Veamos.
Cuando escuchamos la cancion “Los Aretes de la luna”, pensamos inmediatamente
en Vicentico Valdés, cuando escúchanos “Vendaval sin Rumbo”, o "Cien mil Cosas" se nos vienen a la
mente nombres como Javier Solís o Celio González, cuando con cierta
especialidad escuchamos la pieza “Camarera del amor” nos vamos al deleite con
la voz d Benny More, por solo mencionar algunas canciones, lo que casi nunca,
referimos es quien fue el progenitor de la criatura, el verdadero arquitecto
para que muchos de nosotros deleitemos el espíritu o dancemos hasta el
amanecer; este es el caso de nuestra nota de hoy, al tratar de hacer un acto de justicia o
reconocimiento racional de quien nos legó piezas musicales como las citadas.
Nos
referimos al señor JOSÉ DOLORES QUIÑONES SOTOLONGO, un cubano que
coincidentemente nace en una pequeña población conocida como Artemisa, quien
también viera nacer a la gran cantadora o trovadora Maria Teresa Vera; José
Dolores llega al mundo el 22 de marzo de 1918, en consecuencia estamos de CENTENARIO, de una condición humilde,
encuentra en la composición otra forma de ganarse la vida además d ser un
pintor de brocha gorda como decimos en Colombia; aprende a tocar guitarra con l
que acompaña tímidamente sus composiciones y hace imitaciones de connotados
cantantes de la época como Miguelito Valdés, Fernando Collazo o Abelardo
Barroso. Sobre los primeros años de la década del cuarenta recorre las calles de
la habana ganándose la vida cantando de paso en los bares de la capital, al
parecer allí conoce al Benny More que hacia un periplo similar.
Convencido
de su interés por la música buscando un camino que le permitiera sobresalir y
posicionar sus canciones, viaja a México en modestísimas circunstancias la
historia lo colocan en el 1945 en tierra azteca, debiendo dormir en el piso,
pero convencido de su esfuerzo.
Llega
el premio al esfuerzo y creatividad, Vicentico Valdés le graba el súper hit
“Los Aretes de la Luna”, para el mes de diciembre de 1958, con la Sonora
Matancera, donde el mediador o apoyo fue el gran Bobby Capo, tema dedicado a la
esposa de Dolores Quiñones, que había quedado en México; esta pieza llevada a
España por Antonio Machín, se convirtió en un éxito en el viejo continente; además
en el precioso arreglo que de ella hicieran los Panchos a su interpretación; de
otra parte Javier Solís, Celio González le graban “Vendaval sin rumbo”
Previamente
en México El Kubavana, dirigido por Alberto Ruiz le interpreto “El Vaivén arrullador
“, para una película exhibida en México; al grabarla Vicentico Valdés la
eterniza. Para los sesenta viaja a Europa, en particular muchas de sus composiciones
se quedan en el viejo continente, se difunde su música donde Antonio Machín, juega un papel importante grabandole “Los
Aretes de la Luna”; que evidentemente tuvo en Vicentico Valdes uno de sus notables interpretes..
No podríamos
dejar de mencionar otros títulos como: “Que me haces daño”, interpretada por el Benny; “La
canción del dinero”. Interpretada por el hombre de la boina Rolando Laserie; la
grabación de “Vendaval sin rumbo lograda por José Tejedor, conjuntamente con “Un
lirio en un lago”, “No te burles”, y “Al comprender”. “Matías Pérez y “Mi Cocodrilo verde”, grabadas por Celia Cruz con la Matancera; Toña la
Negra le graba “No te burles”; “Mi son
vueltabajero”, la Orquesta dirigida por Neno González; “No llores más corazón”,
La Sonora Matancera; Roberto Ledesma le registra en el surco “Bajo el cielo
Cubano”; nuestro querido almirante del ritmo, Nelson Pinedo acompañado por la
orquesta del mexicano Jesús “Chucho” Rodríguez, le graba “El gato con zapatos”, y qué decir de la pieza interpretada por
nuestra admirada Blanca Rosa Gil “Flores Borinqueñas”; "El Columpio del amor", por la orquesta, dirigida por Juan S Garrido; "Vagar entre Sombras", interpretada por Javier Solis, bueno y muchas más.
El
maestro, José Dolores Quiñones, en sus últimos años, habitó un hogar para
ancianos o asilo, ubicado en la pequeña población de Saint Lys, Ciudad de Toulouse Francia, donde completamente olvidado, fallece el 17 de marzo
de 2008, Dejo Hijos
en Monterrey México y en Europa, especialmente en Francia; si me permiten aun
sus hijos están en el proceso de conocerse.
Ratificamos nuestro sentimiento de pesar con una
gloria de la composición cubana, que como muchos otros, no contó con una política
de Estado, con la capacidad de reconocer el antes y después, indiferencia que
no deja de sorprendernos; pero más aún cuando los amantes de la música, lo marginan
por omisión investigativa PAZ EN SU ALMA
Por Carlos Molano Gómez
Encuentro Latino Radio- 2017
Bogotá - Colombia